Recientemente en el
rotativo de divulgación de la Universidad Nacional de El Salvador (UES), el
Señor Rector Msc. Roger Armando Arias, da a conocer la propuesta en la sesión
ordinaria del jueves 8 de marzo del Consejo Superior Universitario que; “Una de
las solicitudes que le haremos prontamente al estado salvadoreño es el otorgamiento
del Cuartel San Carlos a la UES como
una forma de reparar los daños que sufrió la población universitaria y que
sufrió esta Alma Mater” (http://www.eluniversitario.ues.edu.sv/,
2018) .
Y que además
manifiesta; “Esta es una de las líneas de acción desarrolladas por la
“Comisión Especial de Investigaciones sobre Ejecuciones Judiciales y
Extrajudiciales Colectivas y las Desapariciones Forzadas de los Estudiantes del
30 de Julio de 1975 y de todas las violaciones a los Derechos Humanos desde
1970 hasta 1995”, nombrada por la rectoría de la UES”.
Sin pretender exonerar
de los hechos acaecidos en nuestra Alma Mater, realizados por órganos de
seguridad del Estado. También es cierto que nuestra Universidad se vio
involucrada en acciones en contra la seguridad del Estado al alojar en su seno
a personas relacionadas en hechos delictivos, como fue el caso en la época que
se menciona, en donde estudiantes universitarios se organizaron en los
movimientos insurgentes de la época, en manifestaciones en apoyo a las
organizaciones terroristas. Y en un reciente hecho el caso José Mario Belloso
Castillo del 5 de julio de 2006, en
donde el supuesto estudiante disparo con un arma de guerra en contra elementos
de la PNC y como resultado se tuvo que lamentar la muerte de dos policías y
heridos, quienes sólo cumplían con su deber.
No
podemos cegarnos ante estos hechos, más ahora que lo que debemos buscar es la
reconciliación y la paz y dejar esas rencillas ideológicas que solo muerte y
destrucción nos han ocasionado. La historia de nuestra Alma Mater, desde su
creación no ha sido fácil hasta llegar a consolidarse como uno de los mejores
centros de enseñanza superior de nuestro país.
En
los albores de la independencia de nuestra patria, ya se concebía su creación
ante la necesidad de tener un centro de enseñanza superior como los que se
conocían del Norte de América y Europa. El historiador salvadoreño don Jorge Lardé
y Larín(Q.E.D), en su obra inédita “Francisco Malespín”, Capítulo VII Fundación
de la Universidad, hace referencia a los primeros pasos en la creación de dicha
institución; “…en el orden
intelectual, los jóvenes de familias pudientes continuaron con sólo dos
opciones viables para su educación académica: la Universidad de San Carlos de
Borromeo (Guatemala) o la Universidad de León de Nicaragua. Ahora bien: si
habían fallado momentáneamente las gestiones por alcanzar la independencia del
Estado en el orden eclesiástico o religioso, con relación a la independencia,
en el orden cultural: El Salvador necesitaba urgentemente fundar su Alma Mater
y como anexo un colegio de segunda enseñanza”.
Pero es hasta el año de 1836 que el prócer Doctor Antonio
José Cañas y el educador Presbítero Doctor Narciso Monterrey hacían gestiones,
ante los cuerpos deliberantes, para que se procediera cuanto antes a la fundación
de la universidad estatal en El Salvador. De esta forma es que se hacen
gestiones ante la Segunda Asamblea Nacional Constituyente salvadoreña, que en
su primer período sesionó del 23 de junio al 27 de julio de 1840, bajo la
presidencia del Licenciado Manuel Barberena; y en su segundo, del 4 de enero al
19 de febrero de 1841, bajo la presidencia del Licenciado y General Juan José
Guzmán, es que se insistió en la creación de tan grande centro de enseñanza.
Jorge Lardé y Larín, además manifiesta que; “Vuelto a sus lares el General
Malespín – apunta el General Juan José Cañas—fue nombrado (acoto: el 16 de mayo
de 1840) Comandante de las Armas del Estado, y desde ese momento se consagró
con incansable tesón e insistencias casi apremiantes, a gestionar para que se
fundase un Colegio de Segunda Enseñanza, preliminar y base de la Universidad
Nacional, la idea fue acogida por el gobierno con extensivas manifestaciones de
júbilo inspiradas por el patriotismo; pero su realización se vino aplazando de
día en día a causa de la estrechez del erario: más por fin, ya cansado de
promesas, en la Administración de don Juan Lindo, inaugurada el 8 de enero de
1841, se dirigió el ardoroso jefe al Despacho del Ejecutivo, diciendo al
presentarse: “de aquí no saldré sin el decreto tantas veces mencionado”, ya sin
más demora, “y si el acto en referencia no recomienda la subordinación del
General Malespín, lo disculpa al menos el objeto que se tuvo en mira; y sin
embargo no ha quedado sin cruel castigo, desde que de esa misma Universidad,
fundada y sostenida por sus perseverantes esfuerzos han brotado sus más
encarnizados detractores” (Larín, Inédito) .
Es de esta manera que se funda en El Salvador el primer establecimiento de
estudios superiores, a pesar de las convulsas condiciones políticas de la época.
Siendo denominado como “Colegio de la Asunción”, bajo la dirección del sabio e íntegro
sacerdote don Narciso Monterrey, quien supo formar muy honorables discípulos.
Lardé y Larín hace referencia también al historiador José Flores Figeac, en plática
y hermosa frase, expresó que el célebre guerrillero “arrancó con la punta de la
espada” al Licenciado Juan Lindo “El Decreto de creación del primer colegio de
enseñanza secundaria y de nuestro centro de cultura superior”.
Y señala que; “Reconocemos que tal medida ha contado con el apoyo nunca
desmentido del General Francisco Malespín y podemos decir que con la apertura
de esos planteles, ya no será necesario que nuestros jóvenes vayan, por
ejemplo, a la Universidad de San Carlos de Borromeo, de Guatemala, a cosechar los
triunfos académicos que aquí pueden obtener en iguales condiciones
profesionales”.
Es por ello que el Gral. Francisco Malespín junto al Doctor Antonio José
Cañas y al insigne educador Narciso Monterrey son considerados como; “los salvadoreños
que más se esforzaron porque El Salvador contara con dos centros docentes de
incuestionable e imprescindible importancia: el Instituto (Colegio de La
Asunción) y la Universidad Nacional”.
Es así como el 16 de febrero de 1841, fecha memorable en los anales de El
Salvador, la Asamblea Nacional Constituyente, presidida por el diputado General
y Licenciado Juan José Guzmán, emitió el decreto que estatuyó:
“Art. 1º) Se establece en esta ciudad (de San Salvador) una Universidad y
un Colegio de educación, al cual se destina el edificio material del convento
de San Francisco, fundándose, por ahora, una clase de gramática latina y
castellana, de Filosofía y de Moral, cuidando el poder Ejecutivo de ir
estableciendo las más que corresponden a otros ramos científicos a proporción
de los progresos que se hagan y del estado de los jóvenes educandos” (Larín, Inédito) .
Según palabras del Dr. José Antonio Cevallos; “El General Malespín influyó mucho en que se estableciera
aquel plantel de educación pública” y fue siempre notorio “los grandes y
constantes beneficios que hizo a la juventud estudiosa y necesitada, siendo él
solamente Comandante General del Estado”.
“Sin haber sido educado en las ciencias sociales – dice -, dio inequívocas
muestras de amor a las luces y a la civilización; pues nadie negará que con sus
providencias, caminando de acuerdo con los gobiernos de los Licenciados Juan
Lindo y Juan José Guzmán, se afianzaron los débiles fundamentos de la
Universidad salvadoreña”.
“Malespín en el Poder Supremo, concedió su protección a la juventud dándole
becas en el Colegio Nacional, cuyo aprendizaje debe ser en lo futuro de grande
utilidad a los pueblos del Estado”.
“Malespín, luego que se fundó el plantel universitario, tuvo la loable
costumbre de ir muy seguido al Colegio de la Asunción, con el fin de indagarse
sobre la marcha del establecimiento, y tener noticias de las necesidades que
pudieran sobrevenir a los jóvenes agraciados con becas nacionales. Un día se le
presentó el Tesorero don Isidro Viteri, y le dijo: “para mañana nada existe
en cajas para el gasto de alimentación de los colegiales, y no sé qué arbitrio
se adopte para conseguir los fondos que se necesitan”. A lo cual el Gral.
Malespín replico; “Si la tesorería que usted, desempeña no tiene por ahora esos
recursos, que de mi orden se tome el préstamo de mis soldados para emplearlo en
el objeto que el señor Tesorero me indica, yo providenciaré lo conveniente para
que la tropa se alimente” (Larín, Inédito) .
Justamente, Malespín tiene su más hermoso y legítimo timbre de honor y
sello de inmortalidad en la fundación y supervivencia de la Universidad
Nacional y el Colegio de “La Asunción” y en el hecho de que su nombre quede en
la historia asociado a los del Doctor Antonio José Cañas y presbítero y Doctor
Narciso Monterrey.
La Universidad y el Colegio, con motivo de la ruina de la ciudad capital en
el año de 1854, se traslada a San Vicente. Pero en el año de 1859, se establecen
en San Salvador. Es bajo la
administración del General don Gerardo Barrios y siendo Rector de la
Universidad del doctor don Manuel Gallardo, la Universidad recibió una
organización pujante. En 1860 el Gobierno hizo venir de Europa profesores
competentes. Estimulada la juventud con premios concedidos al mérito, la
instrucción hizo progresos.
Como salvadoreños
debemos luchar por los intereses nacionales y no por los personales,
ideológicos y políticos. Es sólo de esa manera que logramos un El Salvador más
próspero y seguro para las futuras generaciones de compatriotas.
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