martes, 13 de marzo de 2018

INJUSTA Y VISCERAL ACTITUD REVANCHISTA DE NUESTRA UNIVERSIDAD NACIONAL DE EL SALVADOR (UES), EN CONTRA LA INSTITUCIÓN QUE SE ESFORZÓ EN DARLE VIDA Y LA FORTALECIÓ DESDE SU CREACIÓN.




Recientemente en el rotativo de divulgación de la Universidad Nacional de El Salvador (UES), el Señor Rector Msc. Roger Armando Arias, da a conocer la propuesta en la sesión ordinaria del jueves 8 de marzo del Consejo Superior Universitario que; “Una de las solicitudes que le haremos prontamente al estado salvadoreño es el otorgamiento del Cuartel San Carlos a la UES como una forma de reparar los daños que sufrió la población universitaria y que sufrió esta Alma Mater” (http://www.eluniversitario.ues.edu.sv/, 2018).

Y que además manifiesta; “Esta es una de  las líneas de acción desarrolladas por la “Comisión Especial de Investigaciones sobre Ejecuciones Judiciales y Extrajudiciales Colectivas y las Desapariciones Forzadas de los Estudiantes del 30 de Julio de 1975 y de todas las violaciones a los Derechos Humanos desde 1970 hasta 1995”, nombrada por la rectoría de la UES”.

Sin pretender exonerar de los hechos acaecidos en nuestra Alma Mater, realizados por órganos de seguridad del Estado. También es cierto que nuestra Universidad se vio involucrada en acciones en contra la seguridad del Estado al alojar en su seno a personas relacionadas en hechos delictivos, como fue el caso en la época que se menciona, en donde estudiantes universitarios se organizaron en los movimientos insurgentes de la época, en manifestaciones en apoyo a las organizaciones terroristas. Y en un reciente hecho el caso José Mario Belloso Castillo del 5 de julio de 2006,  en donde el supuesto estudiante disparo con un arma de guerra en contra elementos de la PNC y como resultado se tuvo que lamentar la muerte de dos policías y heridos, quienes sólo cumplían con su deber.
No podemos cegarnos ante estos hechos, más ahora que lo que debemos buscar es la reconciliación y la paz y dejar esas rencillas ideológicas que solo muerte y destrucción nos han ocasionado. La historia de nuestra Alma Mater, desde su creación no ha sido fácil hasta llegar a consolidarse como uno de los mejores centros de enseñanza superior de nuestro país.
En los albores de la independencia de nuestra patria, ya se concebía su creación ante la necesidad de tener un centro de enseñanza superior como los que se conocían del Norte de América y Europa. El historiador salvadoreño don Jorge Lardé y Larín(Q.E.D), en su obra inédita “Francisco Malespín”, Capítulo VII Fundación de la Universidad, hace referencia a los primeros pasos en la creación de dicha institución; “…en el orden intelectual, los jóvenes de familias pudientes continuaron con sólo dos opciones viables para su educación académica: la Universidad de San Carlos de Borromeo (Guatemala) o la Universidad de León de Nicaragua. Ahora bien: si habían fallado momentáneamente las gestiones por alcanzar la independencia del Estado en el orden eclesiástico o religioso, con relación a la independencia, en el orden cultural: El Salvador necesitaba urgentemente fundar su Alma Mater y como anexo un colegio de segunda enseñanza”.
Pero es hasta el año de 1836 que el prócer Doctor Antonio José Cañas y el educador Presbítero Doctor Narciso Monterrey hacían gestiones, ante los cuerpos deliberantes, para que se procediera cuanto antes a la fundación de la universidad estatal en El Salvador. De esta forma es que se hacen gestiones ante la Segunda Asamblea Nacional Constituyente salvadoreña, que en su primer período sesionó del 23 de junio al 27 de julio de 1840, bajo la presidencia del Licenciado Manuel Barberena; y en su segundo, del 4 de enero al 19 de febrero de 1841, bajo la presidencia del Licenciado y General Juan José Guzmán, es que se insistió en la creación de tan grande centro de enseñanza.

Jorge Lardé y Larín, además manifiesta que; “Vuelto a sus lares el General Malespín – apunta el General Juan José Cañas—fue nombrado (acoto: el 16 de mayo de 1840) Comandante de las Armas del Estado, y desde ese momento se consagró con incansable tesón e insistencias casi apremiantes, a gestionar para que se fundase un Colegio de Segunda Enseñanza, preliminar y base de la Universidad Nacional, la idea fue acogida por el gobierno con extensivas manifestaciones de júbilo inspiradas por el patriotismo; pero su realización se vino aplazando de día en día a causa de la estrechez del erario: más por fin, ya cansado de promesas, en la Administración de don Juan Lindo, inaugurada el 8 de enero de 1841, se dirigió el ardoroso jefe al Despacho del Ejecutivo, diciendo al presentarse: “de aquí no saldré sin el decreto tantas veces mencionado”, ya sin más demora, “y si el acto en referencia no recomienda la subordinación del General Malespín, lo disculpa al menos el objeto que se tuvo en mira; y sin embargo no ha quedado sin cruel castigo, desde que de esa misma Universidad, fundada y sostenida por sus perseverantes esfuerzos han brotado sus más encarnizados detractores” (Larín, Inédito).

Es de esta manera que se funda en El Salvador el primer establecimiento de estudios superiores, a pesar de las convulsas condiciones políticas de la época. Siendo denominado como “Colegio de la Asunción”, bajo la dirección del sabio e íntegro sacerdote don Narciso Monterrey, quien supo formar muy honorables discípulos. Lardé y Larín hace referencia también al historiador José Flores Figeac, en plática y hermosa frase, expresó que el célebre guerrillero “arrancó con la punta de la espada” al Licenciado Juan Lindo “El Decreto de creación del primer colegio de enseñanza secundaria y de nuestro centro de cultura superior”.

Y señala que; “Reconocemos que tal medida ha contado con el apoyo nunca desmentido del General Francisco Malespín y podemos decir que con la apertura de esos planteles, ya no será necesario que nuestros jóvenes vayan, por ejemplo, a la Universidad de San Carlos de Borromeo, de Guatemala, a cosechar los triunfos académicos que aquí pueden obtener en iguales condiciones profesionales”.
Es por ello que el Gral. Francisco Malespín junto al Doctor Antonio José Cañas y al insigne educador Narciso Monterrey son considerados como; “los salvadoreños que más se esforzaron porque El Salvador contara con dos centros docentes de incuestionable e imprescindible importancia: el Instituto (Colegio de La Asunción) y la Universidad Nacional”.

Es así como el 16 de febrero de 1841, fecha memorable en los anales de El Salvador, la Asamblea Nacional Constituyente, presidida por el diputado General y Licenciado Juan José Guzmán, emitió el decreto que estatuyó:

“Art. 1º) Se establece en esta ciudad (de San Salvador) una Universidad y un Colegio de educación, al cual se destina el edificio material del convento de San Francisco, fundándose, por ahora, una clase de gramática latina y castellana, de Filosofía y de Moral, cuidando el poder Ejecutivo de ir estableciendo las más que corresponden a otros ramos científicos a proporción de los progresos que se hagan y del estado de los jóvenes educandos” (Larín, Inédito).

Según palabras del Dr. José Antonio Cevallos; “El General  Malespín influyó mucho en que se estableciera aquel plantel de educación pública” y fue siempre notorio “los grandes y constantes beneficios que hizo a la juventud estudiosa y necesitada, siendo él solamente Comandante General del Estado”.   

“Sin haber sido educado en las ciencias sociales – dice -, dio inequívocas muestras de amor a las luces y a la civilización; pues nadie negará que con sus providencias, caminando de acuerdo con los gobiernos de los Licenciados Juan Lindo y Juan José Guzmán, se afianzaron los débiles fundamentos de la Universidad salvadoreña”.

“Malespín en el Poder Supremo, concedió su protección a la juventud dándole becas en el Colegio Nacional, cuyo aprendizaje debe ser en lo futuro de grande utilidad a los pueblos del Estado”.

“Malespín, luego que se fundó el plantel universitario, tuvo la loable costumbre de ir muy seguido al Colegio de la Asunción, con el fin de indagarse sobre la marcha del establecimiento, y tener noticias de las necesidades que pudieran sobrevenir a los jóvenes agraciados con becas nacionales. Un día se le presentó el Tesorero don Isidro Viteri, y le dijo: “para mañana nada existe en cajas para el gasto de alimentación de los colegiales, y no sé qué arbitrio se adopte para conseguir los fondos que se necesitan”. A lo cual el Gral. Malespín replico; “Si la tesorería que usted, desempeña no tiene por ahora esos recursos, que de mi orden se tome el préstamo de mis soldados para emplearlo en el objeto que el señor Tesorero me indica, yo providenciaré lo conveniente para que la tropa se alimente (Larín, Inédito).

Justamente, Malespín tiene su más hermoso y legítimo timbre de honor y sello de inmortalidad en la fundación y supervivencia de la Universidad Nacional y el Colegio de “La Asunción” y en el hecho de que su nombre quede en la historia asociado a los del Doctor Antonio José Cañas y presbítero y Doctor Narciso Monterrey.

La Universidad y el Colegio, con motivo de la ruina de la ciudad capital en el año de 1854, se traslada a San Vicente. Pero en el año de 1859, se establecen  en San Salvador. Es bajo la administración del General don Gerardo Barrios y siendo Rector de la Universidad del doctor don Manuel Gallardo, la Universidad recibió una organización pujante. En 1860 el Gobierno hizo venir de Europa profesores competentes. Estimulada la juventud con premios concedidos al mérito, la instrucción hizo progresos.

Como salvadoreños debemos luchar por los intereses nacionales y no por los personales, ideológicos y políticos. Es sólo de esa manera que logramos un El Salvador más próspero y seguro para las futuras generaciones de compatriotas.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario